Es el escultor del Quattrocento que más avanza en el dominio del natural y en la asimilación de las formas clásicas. Artista polifacético, trabajó tanto el relieve como el bulto redondo, y en temas hasta entonces intactos. A su pasión por el pasado clásico se debe su culto por el desnudo y por el retrato ecuestre. Pero el vibrante expresionismo le une a la Edad Media: representó todos los estados de ánimo, la alegría y la tristeza, así como todos los estadios de la vida, desde la infancia hasta la senectud. Concentró toda su atención en la figura humana, relegando siempre a segundo término todo aquello puramente decorativo.
Su David en bronce fue la primera escultura exenta, libre de cualquier marco arquitectónico, y representa el motivo predilecto de la escultura renacentista: el desnudo. Este adolescente de formas gráciles, es de hecho, el primer desnudo del Renacimiento.
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